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viernes, 4 de septiembre de 2009

Comprar un bebé

Hoy he escuchado en la tele, en Espejo Público, una noticia que ha indignado a los allí presentes.
Han sido detenidos dos hombres por intentar vender un bebé de cuatro días a un señor venelozano que les pagaba 18000 euros. La madre, que era búlgara, tal vez no estaba muy al tanto de la situación (o igual sí, están investigándolo) y alegaba que no podían hacerse cargo del niño. Uno de los detenidos es el marido, que presuntamente es el malo de la historia, el cerebro que maquinó la idea.
Que un niño recién nacido esté en venta no me extraña, esa es la verdad. Que nazcas y de repente estés en el mercado no dista tanto de la idea de humanidad que tengo en la cabeza. Lo que me extraña es que de verdad pueda sorprendernos y además que nos ataque la moral.
No sé si conocen estos programas matutinos como Espejo Público, o Ana Rosa u otros por el estilo, que van a buscar la sangre como perros de presa, o más bien de caza porque llegan a la víctima cuando ya todo ha pasado y la llevan entre los dientes precisamente al que le pegó el tiro.
Y si los conocen, sabrán que no sólo muestran asesinatos, desapariciones, padres rotos de dolor e hijos llorosos, si no que además se revuelcan en el fango de la indignación ante la afrenta (cualquiera) y se refocilan en una ilusión de superioridad moral con la que tratan de llegar a las amas de casa para hacerlas sentirse mejores personas.
Pues si partimos de ahí, pueden imaginarse lo dolidos que se han mostrado los contertulios y la presentadora ante la sola idea de que un bebé pequeñito haya podido ser vendido por dinero.
Emplearon sus términos polivalentes habituales: canalla, desgraciado, inhumano, vil, ruín, etc. Los intercalaban cada x tiempo, para dorar sus intervenciones. Y concluían con la manida frase "esperamos que se haga justicia" a la que nunca sigue la que debería: "tal y como aquí hemos hecho en un ratito".
En este caso nadie ha hablado de las adopciones y del dinero que se gasta la gente en "adquirir" un niño, en ser una familia idónea. Ni tampoco de los programas de fertilidad en los que los padres se dejan un pastizal sólo por intentar tener un bebé.
Adónde va ese dinero? Parece que al estado o a las clínicas privadas, aprovechando que hay padres que no lo son por mala suerte y que dejarían hasta el último céntimo de sus miserables nóminas por conseguir serlo alguna vez. Y se dejan más de 18000 euros.
Pero ese es el medio adecuado de comprar un niño, no en el mercado negro a la puerta de un hospital y recibiéndolo calentito del vientre de una madre que no va a poder cuidarlo, o no va a querer, no sé qué es peor.
Porque si esperas en la puerta de un hospital estas siendo el mismo diablo, comprando almas, que son todas del señor, y no tienes derecho y eres un vil y un desgraciado y un inhumano.
La única vía es dejar el dinero como miguitas de pan por el camino, un poquito para este, otro poquito para este otro, que no pueda uno sumar el total hasta que, sin tener la certeza de que llegue el momento, consigas estrechar entre tus brazos a tu hijo, o al hijo de alguien, para poder descansar de momento de tanto soltar pasta.
La paternidad es un negocio aquí y en Pekín (sobre todo en Pekín) desde antes de que el bebé nazca y se mueven cantidades bestiales de dinero; y se grangean cantidades alarmantes de dolor, y de decepción y de desesperación. ¿Tenemos entonces derecho a golpearnos el pecho si alguien paga 18000 euros por comprar un bebé? Deberíamos más bien mirar debajo de la alfombra y sacar la ruindad propia, y darnos los golpes en el pecho por esa ruindad, la que nos toca directamente, sin salvar nuestros culos sólo porque alguien más tonto hace lo mismo pero más evidente, y además ilegal.

2 comentarios:

Rubén D. Caviedes dijo...

¡Bravo! ¡Plas plas plas! El convencionalismo moral, señora mía, es uno de los mayores gilipollismos colectivos del país. No digamos ya cuando se pone en boca de Ana Rosa. Estoy con usted a muerte.

Lo de las adopciones, qué contarle. Que son compras, en efecto. En el sentido más literal del palabro. El problema, según lo veo yo, es que es un campo institucionalizado, monopolizado por el Estado. Como la justicia, o la educación. Los niños sólo se le compran al Estado, y lo demás es ilegal. Habrá tontos del haba muy afines al dicurso, siempre florido, de la inviolabilidad de la vida humana y bla bla bla, que se rasguen las vestiduras confundiendo lo ilegal con lo inmoral sin más razón que el no haberse detenido nunca dos minutos a pensarlo debidamente. Tampoco se haga mala sangre; son puntos de vista que no les va a cambir discutiendo ni, en general, con algo que no sea un pico y una pala o el encontrarse un buen día inmerso en medio de una guerra. Mano de santo contra la pamplina, oiga.

Muy recomendable su blog, oiga, me lo apunto ya mismo en el blogroll y me hago seguidor.

Saludos!

S. dijo...

ummmm el señor de las moscas ya lo ha dicho tó,y muy bien dicho,si es que cuando piensa,piensa de verdad.
Me apunto.