Páginas

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Esto de la vida es una pantomima.
Se la pasa uno viendo cómo justificar lo que hace y lo que no hace, con carácter retroactivo, y por qué se está dónde se está y no en ese otro lugar misterioso e inalcanzable en el que no se está.
Lo peor es que en cualquier momento se acabará lo que se daba y ya no habrá manera de consolarse pensando que en cuanto puedas, cuando tengas un ratito, en cuanto te dejen por fin a solas contigo misma, harás las cosas como quieres hacerlas.
Desde mi deplorable condición burguesa, suelto cosas por la boca que a mi misma me derrapan en los dientes y me los hacen rechinar. Desde mi abominable seguridad social (en todos los sentidos) veo la calma que habría de reinar y no reina, y es un misterio al que nadie encuentra solución desde aquí.
Si de algún modo yo no estuviera donde estoy, en este levantarse por la mañana con un despertador y acostarse por la noche con ruido de televisión, con intervalos de comida precocinada o, si hay suerte, cocineo de mi madre, ¿dónde estaría? y lo que es más importante, ¿cómo se ve el mundo desde allí? Tal vez nunca me libere de mi miedo a perder lo que tengo, ese algo indefinido que me convierte en ciudadana respetable, vecina, votante, contribuyente y beneficiaria, pero si alguna vez me armara de valor y tirara todo al váter, o la propia vida me lo quitara jugando sin importancia y me arrojara a los leones, lo más probable es que me entrara la risa floja, hasta estallar en carcajada, por tener la certeza de que el juego ahora puede empezar a ponerse bien.

No hay comentarios: