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sábado, 30 de junio de 2012

Es la guerra



 

Suena el timbre.

  • Hola chaval, está tu mamá?
  • No
  • ¡¡SÍ ESTOY!! ¡¡UN MOMENTO!!

El señor del ejército mira al chaval, tendrá unos 12 años, canijo, ojos saltones, dientes esparcidos a voleo en una boca extremadamente grande.
  • ¿Tú por qué mientes chaval?- le susurra, mientras ve llegar a la madre desde la otra punta del pasillo.
  • Dígame, perdone, que estaba liada con el baño.
  • Señora –pega un taconazo, y la madre no sabe si ponerse firmes ella también- Venimos anunciando casa por casa que ha estallado la guerra. Por si tienen que tomar medidas al respecto.
La mujer se apoya en el quicio de la puerta con el ceño de lo más fruncido, y escucha a su hijo decir por detrás "no jodas". Le arrea un elasticazo con el guante de goma en toda la cara. "¡Calla puñeta!".
  • ¿Pero y eso?- acierta a decir la madre
  • Pues fíjese, que estaban las cosas mal y en fin… Nosotros no somos los que decidimos, somos, como quien dice, unos mandados. Y se ve que las conexiones no andan bien, que los rebeldes han tomado las televisiones o algo así y se han bloqueado no sé qué señales de satélite… en fin, una locura
  • Madre de Dios
  • Pues sí, y nos han ordenado, para que vayan ustedes sabiendo y por si tienen que preparar la huida, que vayamos proclamando el inicio de las actuaciones bélicas y su carácter indefinido.
La madre entrecierra los ojos y escruta al militar que es muy alto pero tiene cara de nobletón.
  • ¿Pero indefinido cómo?
  • Pues... mire usted… de no saberse nada
  • A ver, pase usted un momento y me cuenta, porque me estoy quedando a cuadros.
  • En realidad, señora, tenemos unas 15.000 viviendas que visitar, porque tampoco nos han funcionado las sirenas de toque de queda, que se supone que estaban, pero bueno eso es otro tema… Que me voy a tener que ir, no quisiera hacerle el feo pero…
  • Bueno, mira, 15.000 son muchas, si te sientas un poquito yo te pongo un coca-cola y son dos minutos, rey, que tienes que estar pasándolo mal tú también.
  • Pues la verdad, agradable no es…
  • Pasa, pasa, corazón. Niño, bájale el volumen a la consola, hazme el favor. ¡y quita ese juego, mira que eres inoportuno, leche! ¿no ves que está este señor aquí… con lo mismo?

 

El niño de los dientes disparados apaga la consola haciendo un gesto de fastidio con sus brazos escuálidos.
El militar se sienta en el sofá y las rodillas le llegan casi al pecho. Es una casa muy pequeña y por ende el sofá es de pitimí. Al otro lado de sus propias rodillas descubre que la señora le ha colocado una lata de coca-cola con su posavasos.
Ella se sienta en una silla que ha girado para ponerse más cerca del militar.
  • ¿Pero y entonces la guerra contra quién es?
  • A ver, es que no es tan fácil como "contra quién". Esto lleva viéndose venir desde hace un tiempo, usted lo sabrá…
  • Ah, no, yo no veo la tele desde que se acabó "Victoria".- se hace el silencio- Es una novela que echaban.
  • Bueno, la cuestión es que ni es civil, ni es mundial, es como de unos que se juntan que no son de países sino que son así como… sería como si… No lo sé muy bien, la verdad. Pero esta es gorda, eh, se lo digo así en plan confidencial. Esta-es-gorda.
  • Virgen del Carmen, ¿y ahora qué hay que hacer?
  • Pues bueno, nosotros estamos recomendando que empiecen ustedes a irse a campos de refugiados, que ya los están preparando lejos de los núcleos urbanos, y que recen ustedes mucho por morir de una bomba y no de un ataque bacteriológico.
  • ¡¡Ay dios mio!!
  • Pero no se alarme, que tal y como está la tecnología hoy en día, la guerra no puede durar mucho. De hecho si quisieran dejaban España hecha un solar en un solo ataque. Y la utilizarían de enclave estratégico militar, porque estamos en un sitio privilegiado, eso no nos pueden decir que no lo tenemos.
  • ¿Y mi marido, que está en el trabajo?
  • ¿Su marido trabaja? Enhorabuena.
  • Gracias
  • Tampoco se preocupe que seguro que ya lo han reclutado para unirse al ejército. Y una cosa le digo, tal y como están las cosas, es casi mejor que lo que le va a pasar a usted. Al menos le van a dar de comer mientras dure la actividad bélica. ¿A qué se dedica su marido?
  • Es contable
  • Buah, entonces no cuente usted con verlo más. Normalmente a los oficinistas los ponen en primera línea. Pero nada, hay que tirar para delante ¿no?
La mujer hace un puchero tembloroso y hunde la cabeza llorosa en la goma estrujada de los guantes.
  • No se preocupe, mujer, que al menos al niño se lo dejamos con usted. Sólo hay que verle para saber que no es apto para la guerra. Lo malo es que va a pedir de comer y no creo que sea capaz de echarle una mano a usted en las tareas de supervivencia que le van a tocar vivir de ahora en adelante. Pero en fin…  
  • En fin… - dice la mujer secándose la nariz con el dorso de la mano. - ¿quiere usted otra cosita? ¿le preparo un bocadillo?
  • No, gracias, se lo agradezco mucho pero tengo que ir yéndome que me esperan en el polideportivo para el reparto de armamento y como digan de atacar, me pillan compuesta y sin novio -jajaja- Ha sido usted muy amable, señora.
  • Nada, hijo, para eso estamos… Si no nos ayudamos entre nosotros ¿quién nos va a ayudar? ¿los políticos?
Ambos sonríen y ella le palmea las anchas espaldas con cariño.
  • Bueno, que tengan ustedes suerte – dice el militar.
  • Igualmente, niño, cuídate. Tú quédate en la parte de atrás siempre ¿eh?
  • No sé si va a servir eso de mucho pero…
  • Marquitos, a ti que te gustaba tanto la selección española, ¿no querrás irte con ese chico a defender a tu país?
El niño pone un mohín de asco y se rasca la cabeza
  • Pero qué dices mama…
  • Y así conoces gente, que te va a venir bien salir. Si de todas formas vamos a morir todos.
  • Hala, mama, que bruta eres
  • Como quieras, pero luego no me des la lata con que quieres irte al campo de batalla ni que te aburres ni nada de eso.
  • Que me dejes mama
  • Desde luego, qué mierda de hijo. Bueno, chaval, un besito. Ten cuidado
  • Gracias señora. Si viera usted que empieza a sonar la sirena no salga, coja usted un trapo húmedo y se lo pone en la boca y se mete en un armario. Dicen que es lo mejor que se puede hacer antes de según qué ataques.
  • Muchas gracias corazón, hala, con Dios. Besitos a tus compañeros. ¡Viva España!
El chico le hace el saludo militar desde el descansillo y ella agita sus guantes de goma con expresión de orgullo.
  • ¡A por ellos oé! ¡A por ellos oé! ¡A por ellos oé! ¡A por ellos oé oé!!!